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El puente que casi nos detiene

Anécdotas bibliomovileras

El puente que casi nos detiene

Publicado el 06/02/2017
El puente que casi nos detiene
A veces es necesario realizar maniobras arriesgadas, todo con tal de llegar donde los niños que esperan la visita de su bibliomóvil.

Un día de invierno iniciamos ruta pasadas las 9.30 am con dirección a los sectores rurales de Bajo Cifuentes y Trongol Alto, sectores ubicados a 29 y 24 kilómetros de Curanilahue respectivamente. Era un día invernal, por lo que la lluvia dejaba sentir su podería y sus consecuencias. En esta oportunidad, me acompañaba una alumna en práctica de la carrera de Psicopedagogía.

Sin dificultad llegamos al colegio de Bajo Cifuentes alrededor de las 11am. Los niños se abalanzaron ansiosos para saludarnos. La llegada de los "tíos del Bibliomóvil", significaba una mañana de actividades para el fomento de la lectura y, lo más importante, la posibilidad de llevarse un libro con una nueva historia por descubrir.

Satisfechos de la actividad y de compartir con los 4 alumnos de la escuela: Irán, Tabita, Christopher y Maximiliano, nos despedimos rápidamente con la ilusión de llegar a nuestro próximo destino, el colegio de Trongol Alto, donde iniciaríamos una nueva aventura en la lectura y préstamos de libros. Allí nos esperaban inquietamente Abigail, Bruno y Matías, sin imaginar la travesía que deberíamos sortear en el único camino entre la escuela de Bajo Cifuentes y la escuela de Trongol Alto.

En el trayecto debíamos atravesar un r´´io a través de su único puente. Al llegar allí nos encontramos con una sorpresa: el puente no estaba en su lugar. ¡No estaba el puente! Entonces, ¿cómo llegaríamos a nuestro destino? Era el lugar de siempre, el puente con el cual nos habíamos saludado minutos antes, pero no estaba. En su lugar, habían hombres de cascos naranjas con pala en mano, otros de cascos blancos revisando planos y otros con radio en mano dando instrucciones a los operadores de las máquinas que se encontraban en la ribera del río.

Al observar tal escena, la preocupación nos inundó de inmediato, así que preguntamos qué ocurría: el puente estaba siendo reparado. Los vecinos se nos acercaron y entre tallas y risas exclamaron: "¡tendrá que cruzar a nado o esperar todo el día!"- nos dijeron. En ese momento pensamos en los niños que nos esperaban. No podíamos dejar de ir.
¿Donde está la orilla más cómoda para sumergirnos? Pregunté. Sonrientes nos miraron, y luego uno de aquellos hombres nos señaló un lugar donde podíamos intentar cruzar.

-"¡Vamos, no podemos tardar más!", dijimos. Así que mientras los trabajadores nos observaban pensando, quizá, en que quedaríamos enterrados en mitad del río y luego tendrían que sacarnos. Sin embargo, logramos cruzar.

Si bien fue una maniobra arriesgada, tal vez no es nada en comparación a las dificultades que deben atravesar los niños para llegar cada día a la escuela. Largas caminatas, lluvia, barro, nieve, etc. Por lo mismo, nada puede impedir al Bibliomóvil llegar a sus destinos y ayudar a cada niño a fortalecer su capacidad y comprensión lectora a través de las actividades y préstamos que realizamos.